Aunque hoy bajo el término especias se denomina
a especies herbáceas que se utilizan en muchas ocasiones como
condimentos, durante siglos con esta palabra se aludía a plantas
originarias del extremo oriente y de una forma más precisa a
las que llegaban de las Islas
Molucas, conocidas como Islas de las Especias.
El uso de estas plantas no era sólo como condimento alimentario,
sino que en ocasiones formaban parte de preparados con finalidad medicinal.
Por referencias literarias de autores griegos y romanos sabemos que
especias venidas de Asia estaban presentes en los lujosos banquetes
de las familias más poderosas (incluido su uso para aromatizar
los vinos que se servían), en los ungüentos que se aplicaban
tras el baño, en los perfumes más caros, en los inciensos
que se quemaban en los templos o en las medicinas que recetaban sus
médicos.
El prestigio de estas sustancias se ha querido explicar también
por las limitaciones que en aquellos tiempos sufría Europa, que
todavía no conocía ni el té ni el café ni
el chocolate, ni apenas disponía de azúcar. Si a esto
le añadimos que se carecía de cualquier medio para conservar
frescos los alimentos (especialmente la carne), estos se consumían
en ocasiones en un estado no muy agradable para el paladar. Entiéndase
lo que en estos casos suponía un poco de pimienta, clavo o canela:
lo suficiente para aromatizar el producto y hacerlo comestible.
Fuente del texto: http://olmo.pntic.mec.es/jtac0001/historia/exploradores/especias.htm
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